Me encantó todo en general durante mi estancia en Quinta Matias. La piscina natural, el lago con la barca, los animales, el huerto y los árboles frutales, la hamaca en el jardín. Además, los dueños son muy agradables y hospitalarios. Nos invitaron a probar las uvas y a coger melocotones del huerto si queríamos. Además, nos dejaban cada día una jarrita de vino ecológico hecho por ellos, así como un delicioso pastel de aguardiante, típico de la zona. El desayuno fue espectacular, con zumo de naranja recién exprimido y mermelada casera. Disfruté mucho de la paz que se respiraba en este lugar.

Insisto, este lugar es super recomendado.