Durante mi estancia en Luanco, tuve la suerte de alojarme en un precioso hotel con un encanto especial. Desde el momento en que llegué, la dueña, Amalia, se preocupó por asegurarse de que todo estuviera perfecto y que yo estuviera cómodo. El hotel tiene una atmosfera añeja que me fascinó, y está ubicado en un lugar tranquilo rodeado de vegetación y con vistas al mar desde los balcones de las habitaciones. Además, hay una gran variedad de playas cercanas, ya sea de arena blanca, de arrecife o de piedra, todas ellas hermosas y accesibles incluso a pie. Pasé cuatro días maravillosos y sin duda repetiré esta experiencia en cuanto tenga la oportunidad. Recomiendo este hotel al 100%.

Si bien mi estancia en el hotel fue en general muy positiva, me gustaría mencionar la falta de mantenimiento en la fachada y el aparcamiento del hotel. La iluminación por la noche es escasa y no hay señalización clara para indicar la ubicación.

El hotel está convenientemente ubicado cerca de la pintoresca localidad costera de Candás, lo que permite explorar la zona fácilmente. Las habitaciones son limpias y luminosas, con vistas al mar en algunos casos. Los baños tienen un diseño interesante, aunque es importante tener cuidado con el cambio de nivel del suelo para evitar tropezarse. El desayuno casero y completo ofrece opciones como bollería, café, zumo de naranja natural, tostadas y mermelada.

El mantenimiento exterior del hotel deja un poco que desear y la falta de iluminación nocturna puede dificultar la ubicación del aparcamiento.