Excelente ubicación con fácil acceso al Casco Viejo y al Museo Guggenheim. Las instalaciones son inmejorables, el desayuno variado y el personal muy cordial. Las vistas desde la piscina al sexto piso y la amplitud de la habitación son destacables. Además, disfrutamos de un late check-out conveniente. La cercanía a lugares icónicos como el Museo Marítimo y la Torre Iberdrola benefician la experiencia familiar.

El personal fue amable, el desayuno fue completo y la ubicación perfecta para visitar la ciudad. Además, el hotel está justo al lado del parque, lo cual fue genial para pasear con nuestro perro.

Según mi mujer, el hotel podría ofrecer actividades específicas para familias con niños.

Madre mía, qué delicia las pastitas sicilianas en el hotel! Las encontré más buenas que el Guggenheim en un día soleado. El personal se merece un monumento por la ayuda en la Aste Nagusia, ¡Zigor es un crack! Además, la ubicación cerca del tranvía y San Mamés es ideal para patear Bilbao.

A pesar de ser nuevo, el hotel necesita un cariño extra. El aire acondicionado se tomó siesta, pero todo brilló como un pintxo en la barra.

El hotel ofrece un maravilloso centro de bienestar y está cerca de interesantes lugares para salir a tomar pinchos con amigos.

¡Me encantó no tener persianas ni cortinas para oscurecer la habitación!

La ubicación céntrica de este hotel es ideal, ya que está cerca de tiendas y restaurantes, así como de lugares de interés turístico. Además, está junto a la parada del tranvía, lo que facilita el transporte en esta ciudad. El desayuno ofrece una gran variedad y la cama en la habitación era cómoda y espaciosa. El personal fue amable y atento durante toda mi estancia.

No me puedo quejar de nada.

el Hotel Melia Bilbao superó nuestras expectativas con su excelente atención del personal, la limpieza impecable de las instalaciones y las cómodas camas. Además, se destacaron por su detalle especial al recibir a mis padres en su aniversario con un lindo plato de frutillas con chocolate en la habitación. También nos proporcionaron facilidades como guardar nuestro equipaje y un aparcamiento propio, aunque caro.

Ascensores fallaron durante nuestra estancia.

Me hospedé en Meliá Bilbao para visitar el Museo Guggenheim Bilbao, pero me sorprendió gratamente el servicio amigable para mascotas. Además, disfruté de la experiencia culinaria del restaurante Aizan, que ofrece una perspectiva moderna de la cocina vasca tradicional con ingredientes de calidad.

Publicidad engañosa del aparcamiento.

Este hotel ofrece un servicio excepcional y atento. Desde el momento en que entré, fui recibido con amabilidad y el proceso de check-in fue rápido y sin esperas. Las habitaciones son amplias y limpias, con camas muy cómodas que garantizan una buena noche de descanso. Además, el hotel cuenta con instalaciones exclusivas como una sauna y una terraza al aire libre, ideales para relajarse y disfrutar del entorno. También se destaca la alta calidad del desayuno, que ofrece una amplia variedad de opciones para todos los gustos.

La única pequeña queja que tengo de este hotel es la ubicación del restaurante en relación a los ventanales. A veces, durante el desayuno, los clientes que se sientan cerca de las ventanas pueden verse afectados por la luz solar directa, lo que podría resultar incómodo.

Mientras disfrutaba de mi estancia, pude relajarme en el amplio Centro de Bienestar con más de 200 m2 de espacio, ¡incluso me aventuré a probar algunos tratamientos de belleza que me hicieron sentir como una estrella de cine!

La ducha de nuestra habitación a veces salía fría y caliente de forma intermitente, lo cual fue un pequeño inconveniente.

Este hotel ofrece una excelente relación calidad-precio, con precios asequibles para todas las comodidades que ofrece. Además, el hotel se encuentra en una ubicación impresionante, con vistas al río que añaden un ambiente relajante a nuestra estancia. El personal fue amable y atento, asegurándose de que nuestra habitación estuviera impecable y las necesidades básicas fueran atendidas. También disfrutamos de un delicioso desayuno incluido en nuestra estancia, lo cual fue una agradable sorpresa. La habitación en sí era amplia y cómoda, con una terraza privada para disfrutar de las vistas al parque.

Todo estuvo bien.

Cómodo hotel cerca de todo, vistas espléndidas, cama grande y confortable, buena ubicación, trato del personal excelente.

Todo fue maravilloso.

Mi estancia en este hotel fue increíble. Disfruté de las vistas impresionantes desde la suite de dos pisos y relajándome en el Centro de Bienestar. Me encantó explorar el Museo de Bellas Artes y dar un paseo por el parque. Además, ¡los pintxos locales son una delicia! Definitivamente, un destino fabuloso para una escapada soleada. ¡Estoy considerando mudarme aquí para disfrutar del sol español todo el año! Soy inglesa, soltera y me encanta descubrir nuevos lugares.

La suite es increíblemente lujosa y espaciosa. La cama es comodísima y las vistas al parque son alucinantes. Me sentí como un rey en esa habitación. Si te gusta el lujo y la comodidad, te va a encantar.

Quizás a algunas personas les moleste la falta de privacidad en el rooftop, pero a mí no me afectó para nada.

Las habitaciones son amplias y las camas son cómodas. Las vistas son excelentes y el baño es de buena calidad.

Me sentí bienvenido, no tengo ninguna razón para quejarme.

Alojarnos en este hotel fue una experiencia de lujo. Las instalaciones eran espectaculares, especialmente la piscina al aire libre con vistas increíbles. Además, pudimos disfrutar de un relajante masaje en el spa, que ofrecía exclusivos tratamientos. La habitación era amplia y elegante, con comodidades de alta calidad como ropa de cama de lujo y baño privado. También quedamos impresionados por la atención del personal, siempre dispuesto a ayudar y brindar un servicio impecable.

Aunque nuestra estancia en general fue excepcional, encontramos un pequeño problema relacionado con la política de cambio diario de toallas. A pesar de que el hotel afirmaba tener un compromiso con el medio ambiente, nos dimos cuenta de que las toallas eran cambiadas a diario, incluso cuando las dejamos colgadas para indicar que queríamos reutilizarlas.